Cita de la lección 47 de Un Curso de Milagros
Palabras claves para esta lección: Falta de confianza, Confiar en Dios. Ansiedad, aprensión, anciedad, miedo, temor.
Reflexión acerca de esta enseñanza
En un mundo lleno de incertidumbre y desafíos, es fácil sentirse abrumado y sin dirección. Sin embargo, según la Lección 47 de “Un Curso de Milagros”, hay una fuente de fortaleza y seguridad que siempre está disponible para nosotros: Dios.
La lección nos recuerda que cuando confiamos solo en nuestras propias fuerzas, estamos condenados a sentirnos ansiosos, atemorizados y débiles. ¿Qué podemos predecir o controlar en realidad? ¿Qué hay en nosotros que nos permita reconocer la solución correcta a nuestros problemas y garantizar su consecución?
La respuesta es que no hay nada en nosotros que nos permita hacer esto por nosotros mismos. Sin embargo, cuando depositamos nuestra confianza en Dios, podemos acceder a una fuente de fortaleza y sabiduría que nos permite enfrentar cualquier desafío con seguridad y paz.
La lección nos invita a practicar la confianza en Dios a través de la repetición de la idea “Dios es la Fortaleza en la que confío”. Al hacer esto, podemos comenzar a deslizarnos más allá de nuestras propias debilidades y limitaciones, y acceder a la fuente de fortaleza y seguridad que siempre está disponible para nosotros.
Practicar la Confianza en Dios
Para practicar la confianza en Dios, podemos seguir los siguientes pasos:
- Repetir la idea “Dios es la Fortaleza en la que confío” varias veces al día, especialmente cuando nos sentimos ansiosos o inseguros.
- Buscar situaciones en nuestra vida que hayamos revestido de temor, y desechamos cada una de ellas diciéndonos a nosotros mismos: “Dios es la Fortaleza en la que confío”.
- Tratar de deslizarnos más allá de nuestras propias debilidades y limitaciones, y acceder a la fuente de fortaleza y seguridad que siempre está disponible para nosotros.
- Reconocer que hay un lugar en nosotros donde hay perfecta paz, y tratar de llegar a ese lugar a través de la meditación y la oración.
Al practicar la confianza en Dios, podemos comenzar a experimentar una sensación de paz y seguridad que nos permite enfrentar cualquier desafío con confianza y valor.
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