Descubriendo nuestra verdadera identidad
En el pasado, creía erróneamente que vivía separado de Dios, como si fuéramos entidades distintas. Pero ahora, me he dado cuenta de que mi vida es la vida de Dios. No hay otra vida aparte de la Suya. Él no se mueve sin mí y yo no existo sin Él. Es una conexión inseparable.
En cada pensamiento que tengo, puedo reconocer la presencia de Dios. Cada pensamiento que pasa por mi mente es parte de Él. No hay separación, solo unidad. Esta revelación me llena de alegría y gratitud.
Contemplando la inocencia
Padre nuestro, te pedimos que nos permitas ver la cara de Cristo en lugar de nuestros errores. Reconocemos que, como tus santos hijos, somos incapaces de pecar. Queremos mirar más allá de la culpabilidad y reconocer nuestra verdadera inocencia.
No deseamos seguir olvidando nuestra conexión contigo. Nos sentimos solos aquí en la Tierra y anhelamos regresar a nuestro verdadero hogar en el Cielo. Hoy, tomamos la decisión de regresar a ti.
Recordando nuestro verdadero nombre
Nuestro nombre es el tuyo, Padre. Reconocemos que somos tus hijos y que nuestra identidad está totalmente enraizada en ti. No somos separados ni diferentes a ti. Somos uno contigo.
En cada paso que damos, recordamos que no estamos solos. Tú nos guías y nos sostienes en todo momento. Nos llenamos de gratitud por esta profunda conexión contigo.
La Verdad acerca de Dios
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