La creencia es lo que se piensa que es Verdad, es lo que la mente decide otorgarle valor real, sea esta real o no. Cuando la creencia le atribuye valor a lo que no es real es la propia mente la que la ha fabricado, y por lo tanto es una ilusión.
Son nuestros pensamientos los que eligen ver la Verdad o fabricar una ilusión en su lugar.
Elegir en qué creer no es una opción
Se trata de un error que debe ser corregido. Aquel que elige creer en algo que no es real está ciertamente equivocado, es por ello que la única alternativa acertada es creer en la realidad.
La creencia no crea la realidad
La realidad no la crean nuestros pensamientos, esta es obra de Dios y es nuestra mente la que elige verla o no. Cuando la mente elige no ver la realidad, fábrica una ilusión en su lugar. Sin embargo, la realidad no desaparece sino que se encuentra velada por ideas falsas.
La realidad es la única creencia que es realmente cierta
Este postulado da testimonio por sí mismo de que sólo tiene sentido creer en la realidad. Sin embargo, en la instancia donde se encuentra la mente inferior, que es donde tiene lugar la experiencia humana, se requiere un proceso de aprendizaje que solo es posible a partir de un entrenamiento mental y el cual requiere de la propia voluntad y de la fe.
No es obligatorio decidir cuando se desea creer en lo que es, lo que sí es obligatorio, por su propia condición de realidad, y no porque se te imponga, es que deberás saberlo en el momento que elijas y ese momento debe llegar.
Todo el que duerme debe despertar, todo aquel que eligió no ver debe volver a ver.
Unificando tus necesidades para encontrar la paz interior
La importancia de reconocer nuestra unión con Dios
En nuestro camino hacia la plenitud y la paz interior, es fundamental comprender que la única carencia real que necesitamos corregir es nuestra sensación de separación de Dios. Esta sensación de separación surge cuando distorsionamos nuestra percepción de la verdad y nos percibimos a nosotros mismos como seres necesitados.
Es crucial reconocer que el error de creernos necesitados nos ha llevado a fragmentarnos en diferentes niveles de necesidades. Hemos creado una jerarquía de necesidades, que solo nos aleja cada vez más de nuestra esencia divina. Sin embargo, a medida que nos vamos integrando y recordando nuestra verdadera naturaleza, nos damos cuenta de que todas nuestras necesidades se vuelven una. Cuando logramos esta unificación, nuestras acciones se vuelven coherentes y libres de conflicto.
El proceso de integración y unificación de necesidades
El proceso de integración y unificación de necesidades comienza con la toma de conciencia de nuestra conexión con Dios. Reconocemos que no somos seres separados y necesitados, sino seres divinos llenos de amor y plenitud. Con esta nueva percepción, comenzamos a deshacernos de la jerarquía de necesidades que hemos creado y a abrazar la idea de que todas nuestras necesidades se satisfacen a través de nuestra conexión con lo divino.
Es importante recordar que este proceso requiere práctica y dedicación. Podemos comenzar por contemplar la idea de que nuestras necesidades se unifican a medida que nos unimos con Dios. Podemos repetir afirmaciones como ‘Soy uno con Dios y todas mis necesidades están cubiertas’ para reprogramar nuestra mente y alinear nuestras creencias con la verdad divina.
Encontrando la paz interior a través de la unificación de nuestras necesidades
La unificación de nuestras necesidades nos conduce a la paz interior y nos libera del conflicto interno. Cuando dejamos de percibirnos como seres separados y necesitados, encontramos la paz y la armonía en cada aspecto de nuestra vida. Ya no buscamos satisfacción en cosas externas, sino que reconocemos que la verdadera plenitud proviene de nuestra conexión con lo divino.
La clave para encontrar la paz interior es recordar que somos uno con Dios y que todas nuestras necesidades están cubiertas a través de esta unión. Nos liberamos de la búsqueda constante de satisfacción y encontramos la serenidad en el presente. En este estado de unidad y paz, nuestras acciones se vuelven coherentes y alineadas con nuestra verdadera esencia.
Creer en la decisión de desear ver es el único valor que tiene la creencia. No tiene otra función útil en la mente más que encauzar nuevamente el camino hacia la Verdad.
La Verdad acerca de la Verdad
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