La paz que nunca nos apartamos
Hoy quiero compartir contigo el poderoso mensaje de regresar a la paz de Dios. Es un mensaje de esperanza y amor, que nos recuerda que siempre hemos sido Sus hijos y que nunca nos hemos alejado de Su Amor. En un instante eterno, los sueños de pecado y culpa desaparecen y nos encontramos en la santa paz que siempre ha estado disponible para nosotros.
Imagina por un momento un instante tan fugaz, que no hay interrupción alguna en nuestros pensamientos ni en la continuidad de nuestro ser. Ese es el instante en el que reconocemos la verdad de que nunca hemos dejado de ser hijos de Dios. Es un momento de claridad y comprensión, en el que todos los engaños de este mundo se desvanecen y solo queda la pureza de nuestro ser divino.
La seguridad en el recuerdo de Dios
En ese instante, agradecemos a nuestro Padre por no poder perder el recuerdo de Él ni de Su Amor. Nos sentimos seguros y en paz, sabiendo que somos amados incondicionalmente. Reconocemos todos los dones que Dios nos ha concedido, desde el regalo de la vida misma hasta Su constante ayuda y paciencia.
La seguridad en el recuerdo de Dios nos permite vivir con confianza y alegría. Sabemos que hemos sido salvados y que nada en este mundo puede cambiar esa verdad. Nos apoyamos en la Palabra de Dios y la verdad de Su amor, sabiendo que somos amados y protegidos en todo momento.
Abrazando nuestra verdadera identidad
En este camino hacia la paz de Dios, abrazamos nuestra verdadera identidad como Sus hijos. Reconocemos nuestra herencia divina y nos liberamos de la ilusión del pecado y la culpa. Nos perdonamos a nosotros mismos y a los demás, extendiendo el amor y la compasión que Dios nos brinda.
Es un viaje de transformación y crecimiento espiritual. Nos permitimos soltar todas las cargas del pasado y nos abrimos a recibir la gracia y el amor de Dios en cada momento. Nos permitimos vivir en la paz y la alegría que siempre han estado disponibles para nosotros.